El tiempo

Hay que matar al tirano que lleva las riendas del tiempo: nunca se detiene a mirar a los costados, siempre fija su mirada a los lejos del horizonte.  Soy María, la que conoce el secreto de las noches y los días! Soy María, la que vive de utopías. Hay que detener al tirano, que lleva las riendas del tiempo en una mano, y en la otra...
-Bien María, está muy bien. Pero no buscábamos precisamente eso en la clase de relajación teatral. Quizás no entendiste la consigna, son ejercicios: respiración, movimientos con el cuerpo. Describo círculos para un lado- decía mientras contoneaba la cabeza la profesora - para el otro. Está muy bien lo que hiciste, pero no es praxis teatral todavía.
El resto de los compañeros de clase la miraban, sorprendidos de semejante lección de patetismo.

Te no muero

La furia de mi sexo es insoportable-se decía- y aunque no fuese específicamente furia, sí era rabia. Una descarga contenida le salía a la hora del sexo, porque eso que hacía, no era amor ni mucho menos. Porque María sabía lo que era el amor, por lo menos la definición de los libros, la etimológica, la del "no muerte". Por eso, les prohibía termimantemente a sus sucesivos amores, que le dijeran "te amo", porque en su mente se gestaba la idea del "te no muero," y le parecía patético. ¿Esto es el amor?, esto no puede ser el amor.
Le causaba mucha gracia el viejo chiste de un humorista de radio que había sabido escribir en un libro: nunca vayas a la cama con una persona más desequilibrada que vos. Y se reía resignada.

P.F

Estaba en plaza Francia y pensaba todo el tiempo, recurrente y aleatoriamente en la misma idea: la muerte y la tierra, la tierra y la muerte. Había visto una escena en una no muy buena película Holywoodense, pero esa secuencia se había incrustado en su mente: "somos tierra, no vés que no somos más que tierra" le decía un soldado a su capitán, mientras pulverizaba el humus entre sus dedos, rabioso.
María pensaba que era tierra, y algo más que tierra. Tierra, carne, sangre, huesos, y pensamientos alocados formaban a María durante esos ruidosos 25 años.
Quiero ser algo más que tierra, se decía María, mientras pensaba, volaba, y bajaba de nuevo al suelo cuando algún amigo la llamaba al mundo.

El breve espacio donde estás

Había transitado por el mundo de las drogas. Se caía de maduro que no encajaba dentro de él, pero tenía cierto carisma a la hora de los chistes y  ocurrencias, y como era sabido entre su grupo de pares que tenía algún conocimiento en lengua y gramática arrancó diciendo:
-Muy bien niños- tomando el rol de profesora modelo- hoy les voy a enseñar los verbos de adicción. A diferencia del español común, el español falopero tiene una sola terminacion. A saber: ar. Los verbos que usaremos para endrogarnos son los siguientes: Colar, picar, y tomar.
El auditorio, en pleno rapto de lucidez atinó a reirse a carcajadas. Ella prosiguió:
-Ahora bien, se preguntarán ustedes cuál corresponde a tal sustancia.
El grupo respondió al estímulo. Uno levantó la mano.
-Yo señorita, tengo una pregunta. ¿Cuándo se usa el verbo picar? Porque..lo puedo usar si tengo una aguja y lo puedo usar si quiero picar una piedrita.
-Qué sos de Pedro Picapiedra- comentó otro, con cierta ironía.
-Callate falopero- aportó otro amigo.
María, instando al orden sentenció:
-El verbo picar, tiene doble acepción. Es ambiguo, porque como bien decía el compañero aquí presente, es aplicable tanto para el acto de picar una piedra, es decir, reconvertirla a otro tamaño; o bien, para picarse en el sentido de pincharse. Ahora...para que disipar todo tipo de dudas, el resto de los verbos son lineales: colar va con pepa, y tomar va con merca. Nunca vayan a incurrir en el error de decir "uhhh chabón, me quiero colar una rayita" porque es incompatible.
María fue aplaudida y envidiada por su capacidad de pensar e hilvanar ideas. Seguía formando parte de ese círculo perverso de lanzazos, donde parecía que a mayor morbo y sangre, mayores eran los placeres.

Teatro

"No debo ser tan inteligente como imaginaba", había pensado mientras miraba una obra de teatro.Diferentes voces la invadían y reventaban en su mente desde todas las distancias:
-Somos la cuarta pared. No sé cuántas personas aquí lo sabrán...!Tengo que estar dentro de la ficción, no tengo que salirme de ella! Si rompo el marco escénico, se pierde todo... Y si los actores son realmente perversos e incestuosos¿?... Yo podría actuar mucho mejor que ellos...Cómo harán para mantenerse en los papeles¿?...No, no, yo no podría hacerlo, me desconcetraría al instante... Si supieran que vivo en un mundo televisado me valorarían... !Tengo que anotarme, voy a actuar y a revolucionar el mundo de las tablas!
Tanto divagaba, que cuando alguno le preguntaba sobre el contenido de la obra que había ido a ver, a penas atinaba a responder el argumento. Así se debatía entre ideas, en contínuas tensiones consigo misma. Así se escribían las páginas de sus días.

La aplanadora

Al salir a la calle María sintió angustia. Qué es eso, que me atraviesa siempre, como una ráfaga caliente -se preguntaba y pensaba en lo que Lucca había escrito: esa imagen sublime "Luces calientes atraviesan mi mente". Hubiera tardado 15 años en escribir una frase así, se decía María, y cuando intentaba transmitirle lo fascinante de la frase a sus amigos, ellos le decían que exageraba.
-Es una frase simple de canción. No le des tantas vueltas. Es sólo "luces calientes atravesando la mente". Nos pasa a todos, cuando estamos borrachos, o drogados en el boliche. Las luces calientes nos atraviesan.
-Puede que tengas razón, pero me sigue pareciendo fascinante. Tener Luces + calientes + un cerebro que atravesar  y la música de SUMO, hacen un combo exquisito que revientan los sentidos, y !no me  rompas más las  pelotas!.
Y María volvía pensando en Lucca, su imagen, las conversaciones con sus amigos, y su angustia.
Volvía María a la triste melancolía de la vida de soltera. Encendía la Pc, tipeaba "youtube" y escribía Divididos: aparecía Sumaso. Y se encontraba con una super versión reggae del "Ojo blindado". Agitaba la cabeza de un lado a otro, balanceando la larga cabellera e intentaba cantar como Mollo, imitando su fraseo. Cuando el tema levantaba, se concentraba en el bajo de Arnedo. Cómo toca este hijo de puta- se decía- me recuerda al cuento de un viejo amigo que lo vió en el Bolsón, y que dijo que Arnedo le había dedicado una escala a él. María reía tontamente, a solas en su éxtasis de música y de sentidos, con la grata compañía de sus músicos preferidos.

Día 1

"Buenos días María... ¿Hásta dónde quieres llegar hoy?" Fue lo primero que vió en la computadora, viejo recuerdo de un Bill Gates desvencijado y venido a menos, de un trístemente célebre Windows 3.1 que no se colgaba, de una verdadera Pc multifunción.
María no sabía hasta dónde quería llegar hoy. No estaba segura de querer llegar hacia algún lugar. El hoy la aterraba, porque... como bien venía aprendiendo en la facultad, el hoy estaba compuesto de instantes, como exponía Gloria, la profesora, mientras se desplazaba de un sitio al otro, mientras decía "intenten volver el tiempo atrás. Eso que dije ya pasó, quedó atras y no vuelve más"; y a María la aterraban Gloria y los instantes. Gloria por sus exposciones sentenciosas, por el volúmen de su cuerpo y el pésimo gusto para combinar polleras grisáceas con su voz chillona. Contradicciones de la vida, pensaba María, y Gloria y los insntantes volvían a atormentarla una vez más, mientras despertaba mirando el salvapantallas "Hasta dónde quieres llegar hoy". No sé a dónde quiero llegar hoy- le respondía a la sorda pantalla, y apagaba rápidamente el monitor, para salir a la calle.